¿Sorpresa? ¿Casualidad? Digamos… una aparición. Una de esas que tú deseas y sólo se presenta cuando menos la esperas.
¿Sorpresa? ¿Casualidad? Digamos… una aparición. Una de esas que tú deseas y sólo se presenta cuando menos la esperas. Lo añoraba como quien imagina encuentros desde la esperanza de la intimidad literaria de un signo zodiacal: se emociona uno con la brizna verbal -escrita o sonora- del tarotista, y el imaginario es un impetuoso corcel que se atreve a relinchar frente a tu puerta, día y noche, para que la abras y te des cuenta que la nada sigue allí.
Muchas veces vi a ese Niñito. Lo vi en la escuela, donde los curas escolapios de mi Catia organizaban competencias para calificar el mejor Nacimiento del Colegio. Eran verdaderas procesiones en las que desfilaban palmeras, espejos, arenas; luces mágicas alrededor de todo un pueblo, con casitas, variedad de fauna; humildes pobladores que rodeaban el espacio donde nacía el Infante esplendoroso en una cuevita a la que uno llegaba después de pasar por el pizarrón verde y la tiza blanca, donde aprendí la tabla de multiplicar y hasta canté el bolerito Presentimiento, que interpretaba, en ese tiempo, Héctor Cabrera: “Sin saber que existíaas te deseaabaaa…antes de conocerteee te adivineee…” De lo más alegórico ¿verdad? Y hasta revelador!
Artículo Largo: https://noticiasinstitutofica.blogspot.com/2019/12/el-milagro-del-ninito-jesus-escarapelado_67.html